
(Bogotá, Colombia).
Soy un alma al viento, un alma que se estremece con lo más
simple y a la vez con lo complejo. Soy un alma muy agradecida
con Dios por el milagro de la vida, el regalo de cada día
y lo que prodiga su sabia naturaleza.
Una de mis aventuras es la poesía, en verso y en prosa,
tanto para mí misma como para los demás, con la
ilusión de que acaricie otras almas.
Visitar el mar que inspiró a Neruda siempre me deja henchida
el alma, o pasar por las calles donde Borges se sentaba y allí
estar en ese Sur donde Benedetti componía. Al Sur le
debo una de mis pasiones: el vino, con sus matices y aromas,
componiendo un poema en cada copa.
La pasión de viajar se la debo a mi padre, a su trabajo
y los recorridos por cada rincón de mi país. Esta
pasión me llevó a vivir casi diez años
en medio del Caribe y en Europa, y a escaparme en un avión
cada vez que se presenta la oportunidad.
Creo en las caricias para el alma, creo que el alma se
puede alcanzar con una palabra precisa, creo que el alma viva
necesita siempre que la acaricien.
En Cuadernos del Laberinto ha participado en la Antología
de poetas contemporáneas ENÉSIMA HOJA y en
ATLAS
POÉTICO. Viajeras del siglo XXI
ELOGIO DEL ALMA Sin alma no hay poesía por más intentos de
las letras junto a cadentes versos que lleven melodía. Sin alma no
hay pasiones que alimenten sueños y nos levanten del suelo cuando
los problemas, nos llaman a caídas. ¿Dónde más
albergar entonces las ilusiones, los besos, las mariposas y las miradas
a escondidas? ¿Quién sino el alma la que vive la tristeza,
el amor la dicha y la melancolía? Es el alma entonces la que cuida
el corazón que emana la vida que sopla aliento. El alma, la que en
la adversidad busca el consuelo, ese que a veces, afanosamente clama
del cielo. |