Entrevista al poeta Manuel Guerrero Cabrera

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Entrevista a Manuel Guerrero Cabrera
En relación a "Al compás literario del Tango" (2017)
En las letras de tango hay elementos claramente literarios y de que esta música popular no prescinde lo culto.
Manuel Guerrero Cabrera

—Este lunes, 6 de noviembre, llega a las librerías de toda España su nuevo libro titulado Al compás literario del tango, que recopila seis estudios en los que se habla de la poesía de Rubén Darío en las letras de Enrique Cadícamo, de las milonguitas, de las parodias de textos literarios convertidas en tangos, de Mi noche triste (considerado el primer tango-canción), de Discépolo y de Homero Expósito, entre otros asuntos. Junto a estos seis ensayos se publican cinco breves artículos sobre la relación del tango con Federico García Lorca, Horacio Ferrer u Horacio Salgán, entre otros nombres. ¿Cuál es la idea principal que quiere transmitir con la publicación de este libro?
—Cada estudio del libro transmite una idea distinta, así, por ejemplo, en el de Darío y Cadícamo indico que el Modernismo pervive en algunas letras del tango, o en el de las milonguitas refiero cómo estas mujeres evolucionan desde las letras que las desdeñan moralmente por haber decidido por propia voluntad abandonar el núcleo familiar y llevar una vida nocturna en casas de baile o cabarets (en tangos como Flor de fango o Ivette) hasta que logra la admiración (Malena) pasando por la literatura (Griseta) y la realidad de la miseria (Santa Milonguita). No obstante, el conjunto puede presentar una idea firme de que en las letras de tango hay elementos claramente literarios y de que esta música popular no prescinde lo culto.

— Anteriormente ya había profundizado en el tango con Tango. Bailando con la literatura (Moreno Mejías, 2009) ¿Cómo surgió esta fascinación por esta música?
—Allá por 1999, con motivo de escribirle en una carta (entonces aún escribíamos cartas) mis gustos musicales, una chica me recomendó que escuchara a Carlos Gardel, porque podría gustarme. Y acertó. En aquellos años no era tan sencillo conseguir la música que querías, salvo que la compraras o alguien de tu entorno lo hiciera, así que me compré un disco compacto recopilatorio de los llamados de serie media en Córdoba –donde residía como universitario. Recuerdo que la primera vez que escuché Cuesta abajo, El día que me quieras o Caminito en la voz de Gardel, encontré en estos tangos evocaciones modernistas. Y desde entonces me aficioné a escucharlo, tanto es así que en un par de exámenes, al fallarme la memoria sobre el contenido de ciertos poetas de influencia modernista, escribí sobre las letras de tango. Aprobé, por cierto.

—El prólogo de Al compás literario del tango está escrito por Ariel Carrizo Pacheco, compositor y experto en tango y discípulo de don Enrique Cadícamo ¿Cómo se conocieron?
—A Ariel le estoy muy agradecido de que haya firmado este fantástico prólogo a mi modesta obra, por ser una persona con sabiduría e importancia dentro del mundo del tango; además, contar con una persona que estuvo tan vinculada a don Enrique Cadícamo, uno de los grandes autores del tango, me ha dado confianza. En verdad, Ariel y yo nos pusimos en contacto mediante Facebook hace unos cinco años y, desde entonces, hemos compartido impresiones sobre nuestros artículos y el tango; espero conocerlo en persona en cuanto la fortuna me permita visitar Argentina de nuevo.

—A lo largo del libro aparecen datos curiosísimos sobre la relación del tango y la literatura, por ejemplo como el primero plagiaba literalmente los poemas de Rubén Darío; o bien el tema de las milonguitas o la imagen femenina tan negativa en sus letras. Logra, en todo el ensayo, que el lector encuentre los textos amenísimos con la gran riqueza de anécdotas y datos que aporta. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
—Muchas gracias por las palabras acerca de mis escritos. Para Tango. Bailando con la literatura, mi libro anterior de esta temática, conseguí localizar y verificar un buen número de fuentes fiables, porque sobre tango hay muchos libros y aún más artículos en Internet que copian literal o casi literalmente lo que otros autores ya habían escrito, apropiándose de ello sin más, al no citar ninguna referencia; así que para Al compás literario del tango ha sido más sencillo la búsqueda de la información. En mi último viaje a Argentina y a Uruguay, me hice con un buen surtido de libros que no lograba encontrar en España (incluida una joyita como la primera edición de El tango: su historia y evolución de Horacio Ferrer publicada en la editorial Peña Lillo) y algunos más recientes los pude conseguir por Internet.

—Además es usted poeta y dirige un programa de literatura en la radio y participa en revistas. ¿Es la literatura su gran pasión?
—Nunca me he planteado si es mi gran pasión, porque tengo varias y la literatura es una de ellas.

—¿Cómo surgió el título?
—Mi intención con el título era el de mostrar la dicotomía de la vida en dolor y alegría, ambos necesitándose mutuamente. La sal proviene del tango «Malena» («Tu canción se hace amarga en la sal del recuerdo»), que me había convencido para darle motivos de este tango a dos de las partes del poemario: «Pena de bandoneón» y «En la sal del recuerdo». Y el aliento… Así, «aliento» era el título de la primera parte del poemario y no quise desechar la palabra.

—¿Cómo fue su encuentro con Buenos Aires?
—El primero fue en julio de 2007. Allí era invierno, la ciudad estaba envuelta en una densa niebla, pero por lo general y, pese a las advertencias de amistades argentinas, la ciudad fue acogedora y siempre dábamos con alguien cuyo abuelo, abuela, padre o madre habían sido españoles. Un amigo tanguero (Ángel Mario Herreros, al que saludo desde estas líneas) me llevó a sitios emblemáticos del tango (Café de los Angelitos, el barrio de Pompeya, el Viejo Almacén…) o de la ciudad (Los 36 billares, Café Tortoni…) y a varias milongas, me explicaba los códigos, me contaba anécdotas e íbamos a escuchar a orquestas típicas. En la ciudad el tango está muy presente y forma parte de su atractivo, tanto para el turismo como para cualquier persona de allí. Y luego me fascinaron las librerías de la calle Corrientes, a las que dedicaba horas y horas perdido en sus pasillos y estanterías. La segunda vez que fui, le dediqué una semana a Montevideo, porque el tango no es exclusivo de Buenos Aires, sino que pertenece al Río de la Plata; es más, en Montevideo se estrenó en 1916 (quizá antes, pero se acepta esta fecha) La cumparsita, el tango más conocido, más difundido y más grabado; Montevideo es una ciudad muy amable, menos agresiva en el turismo, con muchas librerías de segunda mano llenas de volúmenes del siglo XIX (a muy buen precio para un español), y con una comida excelente.

—¿Qué posee el tango que no tiene otro tipo de música?
—Quizá, uno de los factores que le diferencien de otros estilos musicales es su voluntad de pervivencia, de adaptarse a los tiempos y las historias que le rodean más allá de lo propiamente musical. Sus orígenes están llenos de mitos, como un supuesto origen africano o prostibulario, que lo hace exótico o atractivo, pero, si escuchamos las grabaciones más antiguas de tango (primeros años del siglo XX), nos recuerda más al cuplé y a la música europea de unas décadas antes. Sin duda, fue popular, del pueblo, conquistó a las clases sociales acomodadas y se difundió sin fronteras por todo el mundo. Con el tango-canción –y poco después con el fin de la Guardia Vieja y el comienzo de la Nueva–, el tango se renovó y aparecieron letras cada vez más cuidadas, muchas de las cuales se convirtieron en himnos que difundió como nadie Carlos Gardel, una de las grandes voces del siglo XX y un icono de la música. Más tarde, volvió a actualizarse con el llamado tango de vanguardia, gracias al gran e imprescindible Astor Piazzolla y fue tal su impronta que llegaría a la fusión con otros estilos. El tango también fue perseguido en distintas dictaduras argentinas y sufrió la censura que buscaba eliminar, no solamente el rastro moral del alcohol o el sexo, sino también sus marcas características de expresión formal, por ejemplo, el voseo y el lunfardo. Sin duda, el baile ha ayudado mucho a su difusión y pervivencia: intimidad, confianza y seducción se asocian a él; el público queda deslumbrado ante la danza e, incluso, el cine ha ayudado en divulgar una faceta sensual (pienso en el cine clásico con el baile de Rodolfo Valentino de Los cuatro jinetes del apocalipsis y, en el más moderno, de Al Pacino en Perfume de mujer; aquí valdría como complemento y contraste que en Con faldas y a lo loco el millonario Osgoord se prendara de la Daphne interpretado por Jack Lemmon bailando un tango). Las demás artes han ayudado a hacerlo más conocido, como en los teatros populares en los que se añadía un tango al guion –así triunfó Mi noche triste–, los letristas escribían poesía (Enrique Cadícamo u Homero Expósito, por ejemplo) y los poetas escribían letras (cito a Nira Etchenique o a Jorge Luis Borges), y los novelistas (desde Manuel Puig a Arturo Pérez-Reverte) se han sentido atraídos por el tango. Y no quiero dejar atrás la polémica que siempre ha levantado, como su machismo –aunque esto es algo que comparte con muchos estilos del siglo XX, por ejemplo, el rock– o su capacidad de perversión moral, que llevó, lleno de curiosidad, a algún que otro Papa a contemplar el baile para decidir si le daba su bendición.

Entrevista a Manuel Guerrero Cabrera
(En relación a "Las salinas del aliento". 2016)
Es una sensación maravillosa que un chaval de 15 años prefiera leer en un recital abierto algún poema de Bécquer o de otro autor a estar en el botellón.
Manuel Guerrero Cabrera

“Las salinas del aliento” (editorial Cuadernos del Laberinto) un nuevo libro que refleja, principalmente, una nueva vida: la de su hija. ¿El proceso de escritura coincidió con el de gestación?
Las salinas del aliento se divide en tres partes. La primera en su totalidad y parte de la segunda fueron escritas durante el embarazo. En cuanto a la tercera y a algunos poemas de la segunda, se crearon tras el nacimiento. En verdad, fue este hecho el determinante para revisar el conjunto de poemas y darle la forma que ahora tiene.

—¿Su poesía está llena de amor y compasión “Desde que existes/ temo que te duela/ la herida de la vida.” ¿Ha cambiado la paternidad en su forma de escribir, incluso de leer?
—Totalmente, en especial la de escribir, porque los motivos e impulsos de mis versos son más intensos. O esa es la sensación que tengo.

—¿Cómo ha influido el tango en su literatura?
—El tono melancólico y triste del tango se percibe en mi primer poemario, El desnudo y la tormenta (2009), continúa en Loco afán (2011) y se va desvaneciendo en El fuego que no se extingue (2011); sin embargo, en Las salinas del aliento la sugerencia llega mediante motivos de los tangos de Homero Expósito, Homero Manzi o Enrique Cadícamo.

—¿Es usted un gran transmisor de literatura, de poesía, como los antiguos juglares?
—Gracias por lo de «gran transmisor», pero creo que es exagerado. Sí puedo afirmar que desde 2008 he intentado acercar la literatura y, en concreto, la poesía al público desde la radio, desde distintas publicaciones como Saigón –de la que soy responsable–, y con actividades culturales. He pretendido, especialmente, llegar al público joven y lo he conseguido en varias ocasiones. Es una sensación maravillosa que un chaval de 15 años prefiera leer en un recital abierto algún poema de Bécquer o de otro autor a estar en el botellón.

—¿Luis Alberto de Cuenca le rinde un homenaje en el prólogo que abre el libro ¿Es una admiración mutua?
—No hay palabras suficientes para agradecer a Luis Alberto el prólogo de Las salinas del aliento. Aunque lo había leído, tuve la suerte de conocerlo en 2007, con motivo de entrevistarle para la revista Saigón, y, motivado por esto, releí su poesía y me cautivó. Tanto es así que desde mi primer poemario he pretendido mostrar mi admiración en citas o en versos que lo recuerden.

—¿Cómo surgió el título?
—Mi intención con el título era el de mostrar la dicotomía de la vida en dolor y alegría, ambos necesitándose mutuamente. La sal proviene del tango «Malena» («Tu canción se hace amarga en la sal del recuerdo»), que me había convencido para darle motivos de este tango a dos de las partes del poemario: «Pena de bandoneón» y «En la sal del recuerdo». Y el aliento… Así, «aliento» era el título de la primera parte del poemario y no quise desechar la palabra.

—Los últimos versos del libro son un profundo poema de amor. (Guárdame en la marítima amplitud de tus ojos, /para que me vaya y vuelva entre brisas y olas, /hasta que me deshagan tus párpados de arena, /hasta que me disuelva en la sal del recuerdo.)
Muchas gracias por sus palabras. El poema que cierra el libro es de los que más me gustan del conjunto, porque remata la tercera parte del libro (la de la hija ya nacida) y porque recoge algunos motivos diseminados por el poemario para crear un poema nuevo.

—El poemario acaba con una sabia recomendación: “A los que leen y a los que me leen. Seguid, al menos, haciendo lo primero.
Es un lema que tengo desde mi primera publicación. Creo que es un buen modo de incitar a la lectura y, además, es una cita que no olvidan fácilmente quienes la leen, según me comentan.

—¿Cuál es su libro de poesía de cabecera, ese que casi se sabe de memoria?
La obra poética de Miguel Hernández y, de todos sus títulos, El rayo que no cesa. El verso, el soneto, la temática, los recursos y las imágenes siempre son un aliciente para tenerlo en mi memoria. Mi alumnado se sorprende de que sea capaz de recitarles de memoria la «Elegía a Ramón Sijé». Si supieran que me sé más poemas de ese libro…

—¿Con que título reciente se ha quitado el sombrero?
Sucesión de lunas de Jesús Cárdenas, en especial, los poemas de la primera parte.

—¿Tiene libro electrónico? ¿Cree que finalmente acabarán con el libro en papel?
Tuve uno que se dejó de funcionar y no me he preocupado por tener otro. Me gustaba el libro electrónico por la cantidad de obras que podía tener a mano (ahora las llevo en el móvil), pero no lo echo de menos. Es más, prefiero el libro de papel para obras que me gustan y que son únicas: abrirlo, cerrarlo y hojear en un vistazo pasando páginas es un placer que no te da el electrónico. Con el tiempo, el electrónico le ganará el terreno al papel, pero primero tiene que adueñarse del gusto que da leer un libro de papel.

Puedes leer a Manuel Guerrero Cabrera en :

Al compás literario del Tango. Manuel Guerrero Cabrera

Al compás literario del Tango
Manuel Guerrero Cabrera


Coleccción ANAQUEL DE PENSAMIENTO, nº11
Prólogo de Ariel Carrizo Pacheco
Epílogo de Ángela Martín del Burgo
162 páginas • I.S.B.N: 978-84-947595-0-5 • 13€

Al compás literario del tango recoge seis estudios en los que se habla de la poesía de Rubén Darío en las letras de Enrique Cadícamo, de las milonguitas, de las parodias de textos literarios... <<Más>>

LAS SALINAS DEL ALIENTO. MANUEL GUERRERO CABRERA

Las salinas del aliento
Manuel Guerrreo Cabrera


Coleccción ANAQUEL DE POESÍA, Nº 47
Prólogo de LUIS ALBERTO DE CUENCA
78 páginas • I.S.B.N: 978-84-944036-7-5 • 10 €

Manuel Guerrero Cabrera anuncia que va a ser padre. Padre de los versos recogidos bajo el título de Las salinas del aliento, así como de una hija, Malena... <<Más>>

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